Era importante la racha de partidos que nos ganó Godoy Cruz en el Monumental. Cuatro veces ya nos había frustrado. Y varias de esas derrotas fueron dolorosas, como la del año pasado con el Muñeco en el banco, o aquella del Clausura 2011 que perdimos 2 a 1 pero al menos sacamos de positivo haber conocido a Carlitos Sánchez, que gracias a la barbaridad que jugó esa noche terminó en el radar de Matías Almeyda y poco tiempo después vino, se puso la camiseta y ganó todo siendo uno de esos jugadorazos que nunca olvidaremos.
Diego Rodríguez le comete penal a Aliendro. El volante de River fue clave para que sui equipo encuentre el equilibrio que tanto buscaba su DT, Martín Demichelis. Foto: AFP
Otra vez hizo un partido digno el Tomba. Tanto que en el primer tiempo obligó a River -en algunos pasajes- casi a plantarse de contragolpe. Nos apretaron en mitad de cancha con una presión muy fuerte y salida clara, lo que nos dejó en esa posición de esperar hasta ver la posibilidad de eyectar a nuestros volantes rápido. Así fue el gol de Beltrán, que está metiendo y mejorando cada partido como si fuese el último. Con el tablero dispuesto así, la buena noticia para nosotros es que el River de Demichelis dio una muestra concreta de saber contraatacar cuando el partido lo pide.
Y se destrabó todo. Beltrán ya es titularazo indiscutido, es lo más Borré que vamos a ver. Deja la vida y la gente se lo premia. Y me detengo en otro caso: Enzo Díaz es un toro, macizo, hace de su fuerza una sello de calidad. Marca, raspa, pega, se proyecta con vehemencia y claridad, discute. Es patrón. Ojo con ese pibe. Lleva poquitos partidos con la banda y ya parece que pinta para líder. Ojalá no le pifie: nos va a dar alegrías, vamos a corear su nombre.
El final es para el técnico. Demichelis dirigió nueve partidos, ganó siete y perdió dos, uno de ellos tranquilamente ganable -Arsenal- hasta que el equipo se desconcentró de un segundo a otro. River metió 18 goles y le hicieron solamente siete. A esos números le faltaba algo, que el equipo aparezca.