El rubro dominante en la canasta de consumo de las familias acumuló en el primer semestre un alza de casi 40%, más que el promedio del IPC. Café, atún y fiambres son algunos de los más costosos
La aceleración del índice general de precios de la economía en los primeros meses del año estuvo apalancada fundamentalmente por los alimentos, que tuvieron un fuerte impacto producto de la suba de las cotizaciones internacionales de las materias primas desde antes de la invasión de Rusia a Ucrania, y con la guerra se acentuó.
Pero destacan los analistas y las empresas que otros factores incidieron, y lo siguen haciendo, tales como: la incertidumbre política, la creciente brecha cambiaria y las restricciones a las importaciones, además del propio efecto inercial que tiene la inflación.
En este contexto, ya son muchísimos más que un año atrás los alimentos que superaron el umbral de $1.000 el kilo y, peor aún, ya hay más de una decena que pasaron la barrera de los $2.000 el kilo, según un relevamiento de Infobae a través de las plataformas online de los supermercados.
El precio por kilo es el que hay que mirar para comparar valores, por ejemplo, dentro de una misma categoría. Para ofrecer opciones más económicas en épocas inflacionarias, o para sortear controles -como sucedió durante la aplicación de los precios máximos, en 2020-, las compañías de consumo masivo están permanentemente lanzando productos en envases de menor gramaje para que resulte alcanzable para el poder de compra delos salarios de los consumidores y por billetes de hasta $1.000, pero son estrategias que esconden el verdadero precio del alimento.
Las compañías de consumo masivo están permanentemente lanzando productos en envases de menor gramaje para que resulte alcanzable para el poder de compra de los salarios
¿Cuáles son entonces los que hoy cuestan $2.000 o más el kilo? En algunos casos, los valores se aproximan a ese número independientemente de la marca, mientras que en otros la variedad de precios es tan grande que hay segundas marcas más económicas. Para citar el ejemplo del café, que subió fuertemente de valor en los últimos meses no sólo porque aumentó el commoditie sino también por las restricciones a las importaciones -la materia prima ingresa del exterior-, el producto de una marca propia puede costar cerca de $1.000, pero para las de primera línea se comercializan entre $1.700 y $2.500, dependiendo del tipo de tostado y presentación. Los sobres de cappuccino, por ejemplo, son los que pican en punta.
El atún, también importado, es otro de los que integra esta lista. En este caso, hasta las segundas marcas superan los $2.000 el kilo. Es el caso de las propias de los supermercados, Gomes da Costa o Ciudad del Lago, por ejemplo, en tanto que primeras marcas como La Campagnola cuestan el doble ($4.000 el kilo). Más económico es la lata de lomo de atún, pero igualmente se ubica en torno a $3.000 el kilo, si se trata de una marca premium. Otro alimento importado es el salmón rosado, que se encareció fuerte en los últimos meses y ya se consigue a $3.000 el kilo.
Los mix saludables, como puede ser el Natural Break de la marca Arcor, pueden costar entre $3.300 y $4.800 el kilo, en función de los frutos secos incluidos en el mix. Uno de los más caros es el que contiene maní, chocolate, arándanos y almendras. Lo mismo sucede con las barras de cereales, cuyo valor por kilo ronda entre $4.000 y $4.500 el kilo, aunque se ofrecen en gramajes muy inferiores y por tanto no se percibe en la góndola.
Los fiambres también integran el listado de alimentos costosos, y lo mismo sucede con algunas galletitas especiales, que pueden llegar a valer hasta $4.000 el kilo. Es el caso, por ejemplo, de las Oreo bañadas en chocolate; o algunas importadas como las de marca Schär.