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PESE A LOS CAMBIOS EN EL GABINETE, HAY PESIMISMO EN EL FRENTE DE TODOS POR LA ESCALADA INFLACIONARIA Y LA CRISIS POLÍTICA

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La interna se prolonga más allá de los intentos de tregua entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Y la suba de precios no cede. Algunos dirigentes hablan, nuevamente, de darle “volumen político” al Gabinete, pero la cúpula llama a la cautela, en coincidencia con el kirchnerismo

Consciente de que la crisis política del oficialismo sigue en un pésimo momento, y de que no hay señales de apaciguamiento en el enfrentamiento entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, el Gobierno busca limitar las expectativas que se gestaron el fin de semana pasada en torno al desembarco de Agustín Rossi y Daniel Scioli en el Gabinete. El Presidente y su entorno prefieren evitar una nueva frustración en el intento de darle “volumen político” a la administración nacional, una jugada que ya se intentó el año pasado y no funcionó.

En Balcarce 50 señalan que su única preocupación es bajar la inflación, aunque por ahora no tienen planeado ejecutar un plan concreto en ese sentido, a contramano de los pedidos de propios y ajenos. Sin embargo, no todos acatan esos pedidos de cautela y, a pesar de las recomendaciones, se entusiasman. Especialmente, con el arribo del ex motonauta, que promete darle un alto perfil a la gestión en Producción.

“Llegaron juntos de carambola. El Presidente no tenía planeado hacer cambios. Cree que, si bien hay problemas, el Gobierno está marchando y no se necesitan”, dijo un ministro del círculo íntimo de Alberto Fernández sobre los reemplazos de Kulfas en el Ministerio de Producción, que a partir de mañana quedará a cargo de Scioli; y de Cristina Camaño en la Agencia Federal de Inteligencia, comandada por Rossi.

Varias fuentes admitieron similitudes con las modificaciones post PASO. La cautela en torno a la llegada de ambos dirigentes responde al antecedente de otras modificaciones de alto voltaje, donde salieron funcionarios de la órbita “albertista” e ingresaron, como hoy, figuras de porte, que luego se “desinflaron”, según la lectura de varios dirigentes. Entonces, el arribo de Julián Domínguez, Aníbal Fernández y Juan Manzur se había precipitado contra la voluntad de Alberto Fernández a instancias de Cristina Kirchner. Y ahora, la salida de Kulfas, también se produjo de manera traumática, en medio de un escándalo, también obligada por la ira de la vicepresidenta.

La diferencia es aquellas modificaciones se vivieron en el oficialismo como un momento épico que marcaría un antes y un después en el Gobierno. Esta vez el pesimismo es mayor, y no quieren cometer el error de avivar el fuego de una esperanza desmesurada. “Manzur llegó con todo el ímpetu, prácticamente listo para ser candidato en 2023, y en dos semanas se pinchó. Con Aníbal (Fernández) pasó lo mismo. Se queman rápido. Quizá ahora no pasa lo mismo, pero hay que ser cuidadosos”, dijo un ministro. De hecho, hasta ahora el Presidente evitó hacer alarde de los cambios en el Gabinete. Y sus ministros se mantuvieron en reserva durante los días posteriores al agitado fin de semana pasado. En el ala moderada del Frente de Todos prefieren calmar las expectativas.

A pesar de las similitudes -ambos tienen un pasado en el kirchnerismo, ambos defienden al Presidente- Rossi y Scioli no llegan como una dupla. En los últimos días hablaron por teléfono para felicitarse y darse la bienvenida mutuamente, pero no armaron un plan en conjunto para “robustecer” al Gobierno, como esperaban algunos dirigentes. Aunque ambos están decididos a respaldar a Alberto Fernández en la interna, sus perfiles y sus planes tienen matices.

Hace meses que Alberto Fernández planeaba importar a Rossi desde el llano a la primera plana del Gobierno. Sus principales alfiles prácticamente le rogaban que hiciera la movida para reincorporarlo al Gabinete -hace algunas semanas, en una reunión privada, uno de los funcionarios más cercanos hizo inclusive un gesto de ruego al referirse a los rumores sobre su regreso-. Estaban desesperados por introducir una bocanada de aire en medio de la ola de malestar que atraviesa al oficialismo desde que se reverbera el encono de Cristina Kirchner contra la gestión nacional.

El dirigente santafecino regresó después de su conflictiva salida de Defensa, el año pasado, cuando decidió ser candidato en las elecciones legislativas a pesar de la resistencia de Cristina Kirchner. Llega con la experiencia de haber ocupado un lugar de peso en el Gabinete durante los dos primeros años de mandato de Alberto Fernández, y con una densa historia a cuestas, como ex presidente del bloque kirchnerista en la Cámara de Diputados durante la presidencia de Cristina Kirchner.

Desde el comienzo de la semana, Rossi atiende en el emblemático edificio de Rivadavia y 25 de mayo, con vista a la Casa Rosada, y en los últimos días mantuvo allí infinidad de reuniones. Pero, si bien ya prepara su agenda en la AFI -se basará en darle “mayor transparencia”, en la línea de su predecesora-, a diferencia de Scioli lo limita el carácter del organismo que le tocará administrar, obligadamente reservado. Sin embargo, su perfil político no cambiará y su plan es continuar como en los últimos meses. “El hecho de que maneje la AFI no significa que no pueda manifestar su posición, esto tiene que ver justamente con la transparencia que le quiere imprimir el Presidente desde que asumió”, dijeron en Balcarce 50.

Su discurso se basará, como hasta ahora, en la defensa de la “unidad”, pero con predilección por la figura de Alberto Fernández. De hecho, trabajará en su plan de reelección -”si es que se presenta”, reparan cerca suyo- y no interrumpirá el rally de recorridas por el interior que inició hace dos meses en Rosario a través de su fuerza política, La Corriente de la Militancia. Sin ir más lejos, el sábado encabezó un encuentro con esas banderas en Entre Ríos, donde lo recibió el gobernador Gustavo Bordet, y lo acompañaron varios referentes “albertistas”, entre ellos la diputada nacional Victoria Tolosa Paz, y el asesor presidencial Ricardo Forster.

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